Oakland estaba a nueve juegos del primer lugar para la pausa del Juego de Estrellas. El equipo había jugado mejor de lo esperado, pero con tantos muchachos jóvenes en roster y tanta experiencia en Rangers y Angelinos, era difícil prever que estuvieran los Atléticos en la pelea en agosto y septiembre.
Claro, durante el invierno del 2011-12 Oakland había reconstruido para el futuro. El gerente general Billy Beane había acumulado mucho pitcheo joven, pero él mismo reconoció que pensaba que su equipo podía competir en el 2014 o el 2015.
Sin embargo, los Atléticos siguieron ganando.
Tommy Milone, A.J. Griffin, Travis Blackely y Jarrod Parker lanzaron como ases en la recta final.
Josh Reddick, en su primera temporada completa en Grandes Ligas, conectó 32 jonrones. El novato Yoenis Céspedes dio 23; Oakland tuvo 82-46 con el cubano en el lineup.
Los Rangers y los Angelinos no se despegaron en el Oeste de la Americana. Oakland rebasó a Los Angeles el 7 de agosto y luego alcanzó
El último día los Atléticos, contra todos los pronósticos, conquistaron la División Oeste de la Liga Americana.
Lograron la hazaña con todos esos brazos y una ofensiva construida a base de bases por bolas y cuadrangulares. También lo hicieron debido a Melvin, quien puso todo a funcionar con su inteligencia y su habilidad de hacer que los muchachos creyeran en sí mismos cuando nadie más lo hacía.
Ese último día, ahí se encontraba Melvin luciendo como el hombre más feliz del mundo.
La gente a veces subestima a Melvin, quien también conquistó un título divisional con los Diamondbacks en el 2007, porque se ve tan calmado por fuera. Sin embargo, ese exterior cubre un fuego competitivo interno. En otras palabras, la gente sabe que no hay que alterarlo.
A cambio de eso, Melvin pide unas pocas cosas: jugar duro, jugar inteligente y ser buen compañero. Así se manejó en una carrera de 10 años como jugador de Grandes Ligas que incluyó paradas en siete equipos diferentes.
Como pelotero, Melvin hizo lo que hacen muchos cátchers. Aprendió a ver el juego entero, no sólo su parte.
Melvin también observó a los otros jugadores-los grandes y no tan grandes-para ver qué los motivaba y los llevaba a triunfar.
Cuando Melvin llegó al timón de Oakland en el 2011, el manager estaba en su 32da temporada en el béisbol profesional. Los Atléticos eran un equipo especial para él, ya que se crió en el Área de la Bahía y asistió a un juego de la Serie Mundial en el Coliseo como fanático.
En la oficina de Melvin allí hay una foto: Un concierto de la agrupación The Who que presenció en el Coliseo en 1976. El día que sus Atléticos ganaron el Oeste de la Americana, estaba orgulloso de sí mismo y de sus jugadores, pero también de parte de la ciudad de Oakland.
Melvin notó en ese momento que el Coliseo otra vez estuvo tan ruidoso como cualquier otro estadio de Grandes Ligas. A la hora de describir lo que significaba qué significaba ganar con los Atléticos, no era fácil encontrar las palabras.
"Sentí desde el primer día que había un poco más de orgullo porque era aquí", dijo el piloto. "Cuando me puse el uniforme la primera vez, tuve que verme en el espejo."
Los Atléticos lo veían como alguien que encajaba bien en Oakland. El lunes, el club anunció una extensión de contrato para Melvin, hasta el 2016. Se siente como lo correcto.